Cuando discutimos por la capitanía de la marquesina intolerante, ninguno de los dos sabía que acabaríamos unidos para luchar contra el Museo del Jamón. Porque esa tapa que nos puso un camarero de ese negocio, era cerumen. Y yo grité enfadado:
- Si esto no es cera del oído, que baje Saruman y que me diga tosiendo todos los nombres de los ciclistas de la Vuelta a España en la que a Indurain le dió un pajarón y acabó dejando el ciclismo, más tarde.
De poco nos valió denunciarles a la Liga de Fútbol Profesional, parece ser que el sitio no era el adecuado para esto.
Pero no nos rendiremos Fran Falacia. Hay que vivir anclados a la supremacia de Nadal en el tenis español, es su momento.
